Un tiempo estuve trabajando por Miraflores, uno de
los distritos más respetables de Lima, trabajaba por la cuadra 6 de la Av. Dos
de Mayo, una paralela a la Av. Pardo. La dueña del inmueble, donde se
encontraba la oficina, era la Señora de Rossi, la típica vieja rica, algo
refinada, blanca, pero se le notaba quisquillosa y antipática, de esas que
cuando te volteas, se pone a rajar de ti. Ella siempre usaba unos lentes
marrones de sol, había perdido un ojo, usaba un parche negro que lucía con
elegancia, era de ascendencia italiana. Al parecer, tenía dos propiedades más, una
de ellas era una quinta antigua, donde ella misma vivía y tenía inquilinos que
le alquilaba departamentos. Al comienzo no me percaté de la existencia del
lugar ni de sus inquilinos, hasta que un día de verano, vi desde la ventana de
mi oficina a un joven blanco, flaco pero esbelto. Era un encanto para mis ojos.
Andaba paseando a un perro, un pastor alemán, que luego me enteré, que en
realidad era perra, enseguida baje a comprar a la bodega, al escucharlo hablar
en la calle por celular mientras fumaba un cigarrillo, me di cuenta que era
francés. Tenía cabellos ondulados, amarrados al estilo rasta, quede
enamorado desde la primera vez que lo vi. Decidí comprar un cigarrillo y
pedirle encendedor, él me lo presto con una expresión distante en su rostro,
hasta que lo vi entrar a la quinta. Decidí averiguar más de él, así que le pedí
a mi jefe, que cuando necesitara pagarle a la Sra de Rossi, yo fuera a pagarle
a la quinta. Seguro que ella era de esas mujeres que no tenían visita y que
si le das un poco de atención, te cuenta toda su vida y hasta la ajena. No
me equivoque pues en una de esas visitas a la dueña de la quinta fue que
me contó que el francés era diseñador web, paraba metido en su habitación
programando todo el día, pero de vez en cuando salía a pasear a su perra y
fumarse un cigarrillo. Aunque los fines de mes se iba de viaje, ya que tenía
una página donde contaba sus viajes y recomendaba lugares para visitar, la
vieja también me contó, que había una inquilina, que era de la selva,
andaba detrás de él, ella vivía con dos muchachos mellizos, chiquillos de 16
años, que a pesar de que la mujer los había presentado como sus hijos, el
parecido con ella era bastante sorprendente, por eso que la vieja especulaba
que eran sus hermanos y que habían nacido de una relación incestuosa o bien con
el abuelo o el padre o algún tío, por eso ella los llamaba los mellizos
hermanos-hijos, eran algo atractivos no lo voy a negar.
Al francés me lo cruzaba, cuando iba a pagarle a
la vieja, siempre me era esquivo, pero yo estaba dispuesto a conquistarlo. Yo era
comedido con la vieja a cualquier favor que me pidiera, por eso me invitaba a
tomar el té con buñuelos a la hora del lonche, hasta que llegó el momento que
tanto esperaba que ella me invitará a una reunión de la quinta. Ella haría una
cena por el día de la independencia italiana, me confirmo que invitaría a todos
los inquilinos. Cuando llegué me presento a todos, empezó con Cecilia, la mujer
de la selva, una mujer mestiza algo pequeña de una amplia sonrisa, a Pedro y
Paco, sus hermanos-hijos, mellizos Pedro, tenías los pelos ondulados y Paco,
sus cabellos eran más trinchados. Me presento a otros más, que francamente no
presté atención a los nombres, hasta que llegó el francés, creo que era de esos
que llega tarde o se hace esperar o viene cuando está todo listo para no perder
tanto tiempo esperando. La Señora De Rossi con toda formalidad dijo el nombre
de mi bien amado, Jacques, cuando apretó mi mano, no quería que la soltará, me
sentía en las nubes, hasta que fuimos separados por la misma dueña de casa, que
nos invitó a sentarnos, para poder saborear su pato a la naranja. La cena
estuvo exquisita, la vieja había hecho un buen trabajo, luego nos servimos
copas de vino, después de brindis, Jacques decidió poner un poco de música en
su minicomponente estéreo pusieron Jimmy Fontana, Mondugno, Piaf, Grupo 5 y
Bareto. Aquello pronto se volvió un jolgorio multicultural Me atreví a brindar
con él, chocando nuestras copas, no le quitaba la mirada, le pregunte lo de su
página, le pedí que me diera el link, de pronto se alejó y saco a bailar a
la dueña de casa, luego a Cecilia y a todas las chicas que pudo. En un
momento yo le dije: ¿No me sacaras a mí?, él se limitó a sonreír tímidamente. Seguimos
bebiendo, empecé a hacerme el payaso, para llamar su atención a contar chistes,
a veces algo subidos de tono, pero no logre lo que quería. Todos allí,
seguían bailando, me acerque a él, hice que me caía, él me sostuvo, ese truco
nunca falla, dije que me disculpara que me sentía algo mareado, me quede
mirándolo fijamente a los ojos, le dije que si podía llevarme al sofá para
recuperarme, él no se negó, hasta que decidí robarle un beso. Él se sorprendió,
pidió disculpas por retirarse, me sentí avergonzado, ofendido, quise llorar,
era la hora de la retirada algo indigna. Pero cuando salía una mano me detuvo,
era la mano de Cecilia, me dijo: "Es muy tarde para que te vayas. Si
deseas, te puedes quedar." Opté por quedarme, me prepararon una habitación
que compartiría con los hermanos-hijos de Cecilia, ellos al parecer habían
tomado vino a escondidas, estaban un poco traviesos, ellos querían que la
fiesta continuará, hasta que uno de ellos, Pedro, él que parecía mayor,
recuerdo me saco a bailar, entre sorprendido y confundido acepte. Él era alto
pero no tanto como yo, pero igual me tomo de la cintura y me guío en el
baile. Pero yo no podía dejar de pensar en Jacques, así que no le daba
importancia a lo que estaba pasando, hasta que el otro muchacho se puso detrás
de mí, parecía que querían jugar conmigo, hasta que llegamos al jardín,
tropezamos, caímos, reímos. El muchacho que me saco a bailar, me beso, eso hizo
que empezará a ser consciente de lo que estaba pasando. Me puse de pie, no
sabía qué hacer, el me tomo de la mano, me llevo al baño seguido del otro,
cerraron la puerta, dijo que teníamos que limpiarnos el barro, sino su
mamá-hermana se molestaría que ensuciaran la cama. El primero se desnudó, se
metió en la ducha, me pidió lo acompañara, yo no quería, no podía creer lo que
estaba pasando, empecé a pensar que quizá era un sueño de borrachera. El otro
me ayudó a desnudarme y me empujo a la ducha, el muchacho desnudo, otra vez me
beso, empezó a acariciarme, ya no recuerdo bien como terminamos en la cama de
la habitación. Pedro estaba encima mío, me hizo colocarme boca abajo, para
echarse encima de mí y empezar a penetrarme, me sentí extraño, pero yo
imaginaba que era el hermoso cuerpo de Jacques el que estaba encima, cuando
volví a la realidad, mire detrás mío y vi que el otro hermano-hijo de Cecilia
estaba encima de mí, haciéndome lo mismo, no lo detuve, hasta que se vació en
mí. Me puse de pie, corrí al baño a llorar, en el camino, escuche ruidos,
encontré una puerta semi abierta de una habitación, la empuje y ante mí, vi a
Jacques, haciéndole el amor a Cecilia, me quedé allí, empecé a tocarme y a masturbarme,
llorando. Volví al baño para vomitar, creo que todo eso había sido demasiado. Desperté en el baño, la Señora de Rossi estaba tocándome
la puerta, me limpie, limpie cuanto pude, salí despavorido, me disculpé,
diciendo que tenía que visitar a un familiar, entré a la habitación de los
mellizos, me vestí rápidamente, salí de ese lugar, prometiéndome no volver.
No quería recordar nada, hasta que una mañana que
llegaba al trabajo, me cruce con Cecilia, me hice que no la vi pero ella se
acercó y me saludó afectuosamente, dice que estaba muy agradecida por mi visita
de aquella vez, yo no entendía porque tanta amabilidad. Se sintió atrevida y me
confesó que ella estaba enamorada de Jacques. Esa noche quería aprovechar
acostarse con él, pero toda la noche no pudo, ella solía dormir con sus
hermanos-hijos, pero al verme mareado, decidió pedir permiso a Jacques, para
que comparta el cuarto conmigo para quedarme a dormir, pero él se negó, Cecilia
le dijo que no podía dejarme ir en ese estado, solo quedaba que durmiera con
sus hermanos-hijos o que ella durmiera con los tres o sino que ella compartiera
cuarto con él. Jacques acepto compartir cuarto con Cecilia, es así como se dio
la oportunidad que Cecilia pudiera acercarse a Jacques y así tuvieron sexo. Me
limité a sonreír, pero en el fondo la odiaba, porque esa noche pudo ser mi
noche, aunque fue una noche realmente extraña, sexo con dos chiquillos y
terminar haciendo de voyerista masturbador. La mujer termino diciendo que los
vuelva a visitar a sus hermanos-hijos las veces que quisiera y que no dude en
quedarme a dormir.
Fue así como empecé a frecuentar la Quinta de la
Señora De Rossi, mientras Cecilia gozaba con el francés, yo gozaba con los
hermanos-hijos de Cecilia, haciendo ese sacrificio de visitarlos, aunque no era
del todo sacrificio. Igual esos chicos, no podían hacerme olvidar del todo a mi
bello Jacques, hasta que una vez Cecilia sorprendida que no le venía la
regla, descubrió que estaba embarazada y me lo contó. Al escucharlo, casi caigo
en llanto delante de Cecilia, lo peor es que me pidió que hablara con Jacques
para darle la noticia. Me trague el orgullo y acepte asumir el papel de buen
cómplice de Cecilia. Fui al cuarto de Jacques, me acuerdo de aquella vez, me
recibió tan esquivo como siempre, le pedí disculpas por la interrupción, estaba
echado en su cama, con su laptop en las piernas, fumando un cigarrillo. Me
mantuve a cierta distancia considerable, empecé a conversarle de su
página, le dije que me gustaban sus publicaciones, como note que no le
incomodaba mi presencia, empecé a hablarle de Cecilia y de lo que me había
contado. Su rostro cambió, lo vi preocupado, soltó un Mon Dieu! en verdad goce
ese momento, haber sido yo, el emisario de tan grata noticia. Parecía que se
caía, lo sostuve y contuve, quise besarle, pero también quería dejarlo caer. Él
se abrazó a mí, se puso a llorar, nunca había visto ver un ser tan bello llorar
de esa manera, me desgarraba un poco el corazón. Pensé así deben llorar los
ángeles, no sabía qué hacer, siempre había querido vivir ese momento de
revancha, pero no lo había imaginado así.
Cecilia y Jacques se hicieron pareja pero tenían una relación tensa,
discutían todo el tiempo, él por obligarlo a ser padre, ella porque él luchaba por
no querer asumir ese papel, el bebe igual nació, de pronto ya no se hablaban
mucho, solo estaban juntos por el bebe. Pronto llegó el momento de mudarnos de
oficina, después de todo, yo ya me había olvidado un poco de Jacques, porque
ahora con su papel de papá, no me atrevía hacer algún tipo de
acercamiento. Empecé a despedir de todos, empecé por los hermanos-hijos de
Cecilia, se veían crecidos, me dijeron que se olvidarían de aquellas noches en
la Quinta de la Señora De Rossi, me insultaron, me odiaron, me echaron de la
habitación, Cecilia fue algo más cariñosa, deje al último a Jacques, lo busque
en su cuarto. Lo encontré de la misma forma, como aquella vez cuando le conté
lo de su paternidad. Le dije que venía a despedirme. Me abrazo escuetamente,
pero cuando me iba, me dijo que viniera en la noche, para ver si hacíamos algo
por su despedida. Me quede algo sorprendido y asentí con la cabeza.
Vine en la noche, la quinta estaba algo silenciosa. Llame a la puerta, me
recibió Jacques, me invito a pasar a la sala, habían dos platos servidos de
pato a la naranja y una botella de vino, "¿Lo pre... preparaste tú?",
le pregunte, asintió con la cabeza. "¿Dónde están los invitados?"
asumiendo que todos vendrían y que era idea de la Señora de Rossi. "Solo
somos tu y yo." Sentencio. Mientras cenábamos, empezó a hablar:
"Aquella noche, yo también prepare la cena. Era una noche especial. Venias
tú." Deje de comer y seguí escuchándolo. "Había planificado
todo para que esa noche fuera especial, pero bebiste demasiado. Te apresuraste
en besarme, me moleste y me aleje. A la medianoche fui a buscarte y te encontré
haciendo el amor con los hermanos-hijos de Cecilia. Te odie, en venganza lo hice
con Cecilia, pero espere hasta que te aparecieras en la puerta, la deje semi
abierta a propósito, fui yo quien le pedí a Cecilia que te pidiera que vuelvas
a visitar a sus hermanos-hijos, para poder verme a solas con ella. Es lo que le
hice creer. Todas las noches te veía llegar, ir con los mellizos a la
habitación. Había veces que iba a ver lo que hacían o verte dormir."
Empecé a llorar." Nunca la ame. Lo del bebe no debió pasar y ahora te
vas." Se acercó me beso, me llevo a su cuarto, me desnudo a besos. Se
desnudó, me poseyó con ternura, pero fue la noche más tortuosa de mi vida, no
dejaba de llorar, al terminar me dijo: "Así es el amor francés". Me
levanté, me vestí a prisa, salí corriendo en el umbral de la puerta, me cruce
con Cecilia que había sido testigo de todo esto. "¿Quién salió ganando,
eh?" me dijo. Me fui sin dejar de llorar, dejando atrás, la Quinta de La
Señora de Rossi, Miraflores y mi amor francés.